jueves, 5 de julio de 2007

Bioética y duelo


por Nataly Berrios


Sin duda todas las personas tenemos temor al muerte en diferentes grados y desde diferentes perspectivas lo desconocido nos llena de incertidumbres, hay tantas teorías acerca de lo pasará, las hay religiosas, que nos prometen una vida idílica…las que ven al alma como un ser infinito, o de simplemente pensar que dejamos de existir cuando dejan de latir nuestros corazones.

En general tendemos a ignorar o pensar que somos intocables, que solo el dolor de una pérdida le puede pasar al vecino o es fantasía lejana que vemos a diario en noticieros y guerras. Pero es un sentimiento inherente al ser humano el rechazar el dolor, por eso es tan difícil tomar la decisión de contratar seguros de vida o comprar terrenos en un cementerio…el dolor de la pérdida nos congela.

Cuando una persona enferma y ese temor se hace tangible, es tan difícil pensar positivamente y ver a la muerte como un proceso que es tan parte de la vida como la propia vida…que cuando sucede se nos viene el mundo encima, creemos que somos castigados por Dios, y generalmente ocurre un proceso de culpar a alguien por lo que nos esta pasando…

Las enfermeras se enfrentan a diario con el dolor de otros y en muchas ocasiones con la muerte, sin duda que esta relación diaria con situaciones de las que el común de la gente le teme, como son la enfermedad, el sufrimiento y el duelo…esto nos hace personas especiales en algún sentido..muchas veces he querido contar alguna experiencia que me ha sucedido en la practica clínica, pero son situaciones tan tristes, se que en mi casa siempre habrá alguien que me escuche, pero al final me comentan…no se como te puede gustar el hospital…pero pienso que mas allá de lo mucho que me gusta mi profesión siento que me motiva algo más fuerte, y como dice la frase “ en la batalla de la vida de hay personas que conducen y otras que son conducidas”, yo me siento llamada a ayudar a conducir a seres humanos que no pueden conducirse durante periodos tan difíciles como es el duelo.

Somos un profesional que estamos muy cercano a los pacientes, y dar noticias dolorosas muchas veces será nuestra responsabilidad, y es de sentido común el no tomar a la ligera una noticia de tal magnitud y empatizar, llegando incluso a sentir lo que puede provocar cada una de nuestras palabras en la otra persona, ya que lo que para nosotros será en muchas ocasiones una actividad más del día, para el otro puede significar el cambio radical de su vida entera.

Lamentablemente todo esto que parece ser algo lógico, es una practica muy alejada de la realidad que se ve en los hospitales, y me he sorprendido a las 3 de la madrugada recibiendo una noticia que me informaba, con palabras frías y lejanas, que sonaban a través del teléfono que un familiar cercano había fallecido, no pude más que paralizarme ante esa voz, y por primera vez viví lo que sienten los pacientes ante esa noticia tan devastadora, que te cambia la vida de un minuto a otro. Me di cuenta de lo difícil que es pensar en resiliencia en esos momentos en que sientes que todo no es más que un castigo, que aquello no debe estar pasando, no a mi…

Por eso he comprendido a través de la experiencia propia que recibir una noticia de esta gravedad es algo que recordarás toda tu vida y debe ser dada con mucha cautela. Y cuando yo sea la que este al otro lado del teléfono dando la noticia recuerde las palabras que necesitaba escuchar en ese momento y más que comprender sienta el dolor que la otra persona esta experimentando. en el minuto en que mis palabras se convertirán muchas veces en palabras que ellos también recodaran toda su vida.

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